Este viernes en el Centro de Protección de Choferes a las 19.30 se presenta el libro “El Salario Mínimo empobrece” del abogado y escritor Fernando Doti. Río Negro Ahora conversó antes de la presentación del libro con su autor para conocer detalles del mismo.
¿Cuál es la idea central de su libro?
Tiene como eje central demostrar que el proteccionismo laboral, muy lejos de favorecer al trabajador lo perjudica, y sobre todo a los menos calificados, a quienes no tienen un nivel mínimo de productividad que les permita estar en sintonía con los mínimos previstos por ley.
¿Por qué el salario mínimo empobrece?
El salario es uno de los tantos precios de la economía. La fijación de precios por ley tanto máximos, como mínimos en el caso, producto de la intervención estatal, sabido es que generan escasez. Al ser fijado por ley, el salario mínimo constituye una fijación de precios que genera escasez de trabajo. El trabajo es el recurso por excelencia puesto que no se concibe la prestación de ningún servicio ni la producción de ningún bien sin el concurso del trabajo. Piense por ejemplo que usted vive rodeado de árboles frutales y tiene esa necesidad satisfecha. Pero lo cierto es que, para dar satisfacción a esa necesidad debe o bien subirse al árbol o extraer los frutos del mismo, pero necesita realizar la labor, para que lleguen a su mesa. ¿Cómo es posible entonces que, siendo el trabajo el recurso por excelencia haya escasez del mismo, es decir desempleo? Por el principio de no contradicción una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo. ¿Cómo es posible tal contradicción? Bueno, la explicación está en la intervención de los políticos que son una máquina inagotable de generación de miseria en los países.
¿Qué propuestas sugiere para mejorar la situación?
En Uruguay y en la región, tenemos una legislación laboral que está absolutamente enemistada con la generación de empleo. La altísima presión fiscal hace que contratar a un empleado en blanco sea una misión prácticamente imposible para las PYMES que son las que dan el 90% del trabajo. Todos los incentivos del sistema apuntan a volar por debajo del radar. Cuando en marzo de 2020 se decretó la emergencia sanitaria, en Uruguay teníamos un 8,6% de desempleo y 400 mil trabajadores haciéndolo en negro. Los números deberían avergonzar a cualquier gobernante, sin embargo, el problema no es de chef, sino de receta. Hay que flexibilizar el mercado laboral, y ello en modo alguno implicará explotación como está instalado. Cuando hay acuerdos libres y voluntarios no existe tal cosa como el desempleo forzoso. Debe permitirse generar capacidad de ahorro en la gente, que es lo que indefectiblemente traerá inversión que mejorará la productividad y permitirá la generación de empleo y a su vez el aumento de salarios, puesto que, la única explicación para que esto último suceda se encuentra en el aumento de las tasas de capitalización que un país pueda tener.
¿Cuál es su opinión sobre la situación del empleo en Río Negro?
El problema del desempleo es una tragedia para quien lo padece y nuestro departamento es uno de los que tiene el nivel más alto en el país. El problema del empleo en un determinado departamento es ajeno a las administraciones departamentales de turno, dado que no tienen ningún tipo de autonomía para que opere algún cambio en ese sentido. Si debe dejarse en claro una cosa: contratar gente en la intendencia no es generar empleo, es precisamente atentar contra éste, puesto que, se siguen extrayendo recursos de la gente que siempre son escasos para tal fin, atentando contra la capacidad de ahorro ante dicha. Todo lo que hace la intendencia o la administración central siempre consume capital.
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