El nuevo director del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), Eduardo Domínguez, asumió su cargo y adelantó los principales desafíos que tendrá por delante: enfrentar la superpoblación, mejorar el acceso al trabajo y la educación para los internos, y reforzar el equipo de operadores.
Actualmente, la unidad cuenta con unas 154 personas privadas de libertad, lo que supera su capacidad y genera una situación que, según Domínguez, “requiere atención urgente”. Durante su presentación, el nuevo director aseguró que uno de sus principales objetivos es aumentar el porcentaje de internos que acceden a actividades laborales y educativas.
En este momento hay alrededor de 105 cupos de trabajo disponibles, una cifra considerada buena si se compara con otras unidades del país. Sin embargo, Domínguez apunta más alto: su meta es que entre el 70 y el 80% de los reclusos puedan trabajar o estudiar, como parte de una política de rehabilitación real.
También remarcó que se necesita más personal para cubrir adecuadamente las áreas de salud, educación y recreación. Según explicó, hacen falta al menos diez operadores más, ya que el número actual no alcanza para atender todas las necesidades de la población carcelaria.
Otra de las propuestas que impulsa es la firma de convenios con instituciones educativas y empresas, para ampliar las oportunidades de formación y empleo dentro del centro. “El objetivo es que quienes hoy están privados de libertad puedan prepararse para reinsertarse en la sociedad con herramientas reales”, sostuvo.