GUALBERTO CARMINATTI CALIFICÓ DE CENSURA LA SUSPENSIÓN DE LA REINA DE LAS CAÑAS.

Gualberto Carminatti cuestionó públicamente la decisión de la Intendencia de Río Negro de suspender el tradicional certamen de belleza Miss Las Cañas, al considerar que la medida constituye un acto de censura y no una simple “cancelación”, como se ha intentado presentar desde el ámbito oficial. A su juicio, los argumentos esgrimidos para justificar la resolución resultan insuficientes, ambiguos y contradictorios.

Uno de los fundamentos planteados para suspender el certamen fue la supuesta “cosificación” de la mujer. Sin embargo, Carminatti advirtió que ese razonamiento evidencia un doble discurso si no se aplica el mismo criterio a otras expresiones culturales, como los desfiles de Carnaval, donde participan vedettes con vestimenta similar o más expuesta. Señaló que prohibir una actividad y permitir otra bajo los mismos supuestos implica una contradicción evidente.

En su planteo, el ingeniero afirmó que la belleza física es un atributo más dentro de la diversidad humana y que no define a una persona en su totalidad, del mismo modo que otros dones o talentos como la inteligencia, el arte, el deporte o la música. Desde esa perspectiva, consideró que eliminar el certamen implica desconocer la diversidad que dicen defender quienes gobiernan y limitar la libertad de elección individual.

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EL CASI IMPERCEPTIBLE CAMINO HACIA LA MEDIOCRIDAD.

La cancelación del tradicional certamen de belleza “Miss Las Cañas” por parte de la Intendencia de Río Negro no sólo me ha causado extrañeza, sino que me ha hecho pensar y replantear tanto ideas como conceptos y concepciones.

Escasa argumentación se ha dado por parte de las autoridades, e incluso hay falta de información o ambigüedad que podría dejar advertir cierta indecisión sobre el desacierto de la resolución adoptada; ojalá estas reflexiones sirvan para revertirla.

El primer argumento esgrimido fue la “cosificación” de las mujeres. Si partimos de la base que en efecto es así, entonces debería eliminarse también cualquier desfile de Carnaval en el que aparecieran “vedettes” bailando con escasísima indumentaria; de lo contrario quedaría en evidencia que hay un criterio dispar entre una actividad y otra que podríamos adjetivar como “doble discurso”, lo que no es otra cosa que hipocresía.

Otro argumento que leí en una opinión, es que “la sociedad valore a las personas por lo que son, no por como lucen”. Lo que les enseñamos a nuestros hijos es que las personas no deben juzgarse solamente por los atributos físicos con los que llegaron al mundo, porque somos mucho más que eso, debemos saber apreciar los talentos y virtudes que cada uno ha recibido y juzgar por ellas: inteligencia, simpatía, generosidad, decencia, alegría, honestidad, perseverancia, solidaridad, sinceridad, trabajo, empatía, humildad, y una innumerable cantidad de valores éticos y morales en general y por toda esa suma es que hay que valorarnos. La belleza física no define a las personas, apenas es un don que algunos reciben, así como otros son buenos para la matemática, la ciencia, la música, el deporte, para el arte, o cualquier otra actividad. Es – como todas las demás mencionadas – una pequeña parte de la Diversidad Humana y entonces ¿porqué pretender que no existe e intentar suprimirla? Todos los dones, talentos y virtudes, son parte de lo que enriquece a la Humanidad, lo que la hace avanzar, lo que hace a la vida interesante y bella, lo que genera alegría de vivir, lo que hace que queramos y nos esforcemos por ser mejores, es esa Diversidad Humana que nos complementa, que nos aporta cultura, conocimiento, o nos hace apreciar simplemente cosas notables o bellas que de otra manera no veríamos. Lo que me da pie para referirme al siguiente punto.

Eliminar este certamen también va en contra de la defensa de la Diversidad. Todas las fuerzas políticas que defienden la Libertad también defienden la Diversidad pues ésta es un aspecto de la libertad de elección de nuestra individualidad. La fuerza política que gobierna hoy el Departamento ha pretendido embanderarse y erigirse en paladín de esta defensa. ¿Y ahora? ¿Acaso no son parte de la Diversidad los bellos y los feos, los altos y los bajos, los peludos y los calvos, los inteligentes y los tontos, los que tienen aptitudes atléticas y los que no? Y lo digo en la forma correcta en que se debe usar el lenguaje castellano y que incluye ambos géneros.

Tampoco puede usarse como argumento que alguien salga dañado por comparaciones o por el resultado del certamen, puesto que quienes en él participarían lo harían voluntariamente por su libre y espontánea voluntad (incluso ya habrían participado en instancias previas similares); así que lejos de dañar a alguien, se le estaría dando una oportunidad de mostrar un Don que recibió y le ha caído en gracia, un Don que no perjudica a nadie, un Don que quizás le de la posibilidad de llegar lejos, de forjarse una profesión por ejemplo de modelo, o simplemente de pasar un momento de felicidad en un evento que debería ser ni más ni menos que una fiesta y celebrarse como tal.

Por último, algo que particularmente me molesta es el uso de términos diferentes a los que deberían aplicarse a ciertos hechos con el propósito de que se atenúen las consecuencias, se muestren menos dramáticos, o bien resulten más deglutilbes para la opinión pública. Lo que ocurre aquí es simple y llanamente una Censura. Es decir, la supresión de una expresión sobre la base de que se considera objetable, dañina, sensible o “inconveniente”. Y allí donde hay censura hay un censor que se atribuye la potestad de decidir qué se puede y qué no. Esto es una de las cosas que siempre se criticaron a viejos gobiernos autoritarios. No caigamos en esto, y en llamarle “Cancelación” a lo que en realidad es CENSURA. Tomemos las cosas con la real gravedad que tienen.

Defendamos entonces, la libertad y los derechos siempre, no solamente cuando conviene políticamente para mantener satisfechas a minorías que poco a poco nos alejan de la alegría de vivir, de disfrutar de la Diversidad, de ser realmente libres para optar por lo que queremos hacer individualmente y que – en definitiva – terminan arrastrándonos lenta pero inexorablemente por el declinante y casi imperceptible camino hacia la mediocridad.

Ing. Gualberto Carminatti