EL CLIENTELISMO POLITICO COMO VINCULO ENTRE LOS PARTIDOS Y LA GENTE.

Algunos autores señalan que la capacidad de vincular ideología o programa, clientelismo y elementos simbólicos aseguran el éxito de un partido político. Es decir, hay tres formas en las cuales la gente se vincula con los partidos políticos. En primer lugar, un apego carismático a las cualidades de liderazgo de alguien, una voz que es más emocional que racional. Otro tipo de conexión podría ser la visión que una persona tiene del mundo, su estructura política e ideológica y la identificación con el espectro ideológico del partido (izquierda, derecha), que la representa a través del pensamiento. El contenido anterior está estrechamente relacionado con los planes del gobierno. Finalmente, las personas participan en un intento de obtener recompensas materiales o económicas de las partes involucradas.
En esta última vinculación, el clientelismo político sigue siendo una herramienta muy importante para consolidar el poder en Uruguay. También presupone apatía ideológica y programática. Según una investigación (UdelaR – FACTUM, 2020), podemos indicar que casi uno de cada diez encuestados admitió haber recibido favores o beneficios de los partidos políticos. Si bien es difícil poder medir el vínculo entre los partidos y sus votantes, en nuestro departamento existe evidencia de la relación que han construido los partidos de forma clientelar con sus votantes. En Rio Negro desde 2019 a 2022 donde ingresaron casi 500 personas, hubo un 70% de designaciones directas (Presidencia, ONSC). Los partidos han construido exitosamente vínculos con el Estado que les han permitido intercambiar beneficios directos y han practicado históricamente prácticas clientelistas, creando una cultura política que valora este tipo de relacionamiento, en algunos casos, mucho más que los programas de gobierno o carisma de los lideres. El clientelismo es una forma de resolver tensiones sociales y de generar trabajo ante una economía que parece estancada hace muchos años. De hecho, los beneficiarios de estas prácticas tienen peores condiciones socioeconómicas y menores niveles de educación.
Lic. Matías Miñan.

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